Sopa de letras

link
bookmark_border Favoritos

En plena pandemia de COVID-19, la Amazonía sufre el mayor aumento de la deforestación en 15 años.

cover


share Compartir expand_more

Sopa de letras COVID-19 (Amazonia S.O.S)

Ninguna organización de clase mundial (sin importar su renombre), ninguna nación, ningún sistema de salud, nada ni nadie estaba preparado para la senda de horror trazada por la COVID-19. Aunque existen controversias sobre su origen, los estudios indican que el nuevo coronavirus fue detectado el 1 de diciembre de 2019, en la ciudad China, Wuhan. Expandiéndose con increíble velocidad por el mundo, la pandemia ha creado un verdadero caos en diferentes naciones, incluyendo a Brasil, desde comienzos de 2020. 

En todas partes hay encuentros y desencuentros sobre "fórmulas" de cómo actuar y qué hacer; peleas abiertas u ocultas; acusaciones veladas o mediáticas sobre los protocolos en estudio o adoptados. Numerosas discusiones sobre la necesidad de cerrar ciudades o no, seguidas de reivindicaciones a favor del regreso urgente al trabajo.

El mundo está cerrado

Seguimos atónitos ante la devastadora pandemia del coronavirus que dejó a salvo un único continente, la Antártida, donde viven pocos seres humanos. Datos de BBC News1, señalan que solo alrededor de 40 lugares en el mundo, al menos oficialmente, no han registrado ninguna infección. Tienen en común el hecho de que no mantienen un flujo significativo de personas y/o son regímenes represivos. En el primer caso, está Tuvalu, un estado de la Polinesia formado por nueve islas remotas con pequeñas poblaciones. Entre las dictaduras, podemos mencionar a Corea del Norte, que incluso rodeada de naciones muy afectadas, como China, su Gobierno no ha declarado una sola incidencia de COVID-19 hasta el día de hoy, en junio 2020. Turkmenistán (Asia Central), uno de los regímenes más duros del mundo, incluso ha prohibido la palabra coronavirus.

Políticos en todas las instancias, médicos, enfermeros, psicólogos, sociólogos, empresarios, economistas, en fin, casi todo el mundo repite, una y otra vez, a modo de eslogan: "nada será como antes". En la misma línea, el Papa Francisco lanzó, en mayo de 2020, un libro titulado “La vida después de la pandemia”2.

Oso tapabocas

El Pontífice, en uno de los pasajes, recuerda cuánto nos ha empobrecido la pérdida del contacto humano durante la pandemia, al ser separados de los amigos, y especialmente de la familia, “sin olvidar la absoluta crueldad de no poder acompañar a los moribundos en sus últimos instantes y llorarlos adecuadamente [...] no demos por descontado el estar juntos, sino redescubramos y busquemos medios para fortalecer esta posibilidad ", dice el Papa Francisco (p. 14).

Esta parte final de la transcripción, cuando dice que es necesario redescubrir las formas de convivir con el otro, es fundamental. Esto se debe a que la cuarentena, el aislamiento social el distanciamiento social y el confinamiento (lockdown) expusieron nuestras entrañas: debilidades y dificultades en la vida familiar y/o en la convivencia social más duradera.

En el caso de Brasil, todo parece más grave. Esto se debe a que, los sobrevivientes del COVID-19, conviven con un verdugo de vieja data: la deforestación en la Amazonía, que empeora cada día y deja también víctimas fatales.

Aislamiento social

Con una estructura de gestión pesada, en la que hay órganos que no se sabe a qué vinieron, además del MMA; el MCTIC; el CNAL, existen muchas otras autarquías/institutos de diferentes denominaciones, todos ellos involucrados con el tema de la deforestación, que a su vez incorpora una serie de problemas de suma importancia, como el acaparamiento de tierras y los incendios forestales. El resultado es una sopa de letras que enreda y confunde a la población. 

Sopa de letras

Y es que todas esas letricas, en su maraña interminable, no provocan risas. Traen más desgracias y más sufrimiento. En esta ocasión, las víctimas más inmediatas son los pueblos de la Amazonía, que enfrentan los intentos de abolir las reservas legales para la instalación, dentro de tierras indígenas, de empresas mineras, agrícolas y ganaderas. El resultado es que las zonas con mayor concentración de trabajo “esclavo”, conflictos territoriales, asesinatos de ambientalistas y crímenes contra cualquiera que se rebele, están en nuestra Amazonía.

El evidente desprecio del presidente Jair M. Bolsonaro por las organizaciones ambientales u organizaciones no gubernamentales en general, se junta con la arrogancia de su compañero de fechorías, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Semejantes conductas fueron documentadas por Lucas Ferrante y Philip Fearnside (2019), investigadores del INPA, en un estudio titulado El nuevo presidente de Brasil y los “ruralistas” amenazan el medio ambiente de la Amazonía, los pueblos tradicionales y el clima global (traducción libre) en la revista internacional “Environmental Conservation3.

Los autores no solo mencionan, sino que también prueban, consultando la extensa documentación del Boletín Oficial de la Unión y múltiples medios de comunicación, el desmantelamiento de órganos ambientales e indígenas y la nefasta política ambiental, incluidos los programas de fiscalización y licenciamiento, en el territorio nacional, desde que Bolsonaro asumió el cargo en enero de 2019 — lo que tiene fuertes efectos sobre la biodiversidad y el cambio climático. Existe una fuerte tendencia a debilitar aún más la legislación ambiental, como es el caso de las discusiones sobre el Código Forestal en curso entre la Cámara y el Senado sin alcanzar un nivel aceptable. 

Lubia Vinhas, Coordinadora del monitoreo de deforestación en la Amazonía junto con la Coordinación OBT[h] del INPE[i], fue destituida el 13 de julio por el titular del MCTIC, tres días después de divulgar las crecientes tasas de deforestación en la Amazonía en los últimos cinco años.

Deforestación en territorio indígena Pirititi en el año 2018

Son 14 meses consecutivos de aumento en la deforestación, en comparación con los mismos meses del año anterior. Entre agosto de 2019 y abril de 2020, la deforestación en la Amazonía totalizó 7.566 km² de área deforestada frente a 4.589 km² entre agosto de 2018 y junio de 2019, lo que supone un incremento del 65%, según datos de Deter-B/INPE.

Ritual indígena

Son muchas cifras. Son muchos números. Es mucha desinformación. Son muchos km² de bosque perdido que afectan la realidad del país. Por eso esperamos que el vicepresidente Hamilton Mourão, como coordinador del CNAL, detenga el crecimiento de acciones ilegales, así hay de por medio una autorización para aplicar la Garantía de la Ley y el Orden, que libera el uso de las Fuerzas Armadas para combatir la deforestación. Esta última, una medida que debilita las funciones históricas del Ibama y del ICMBio, al subordinar estos órganos a las fuerzas militares.

Por otro lado, ante las críticas globales y locales, el gobierno de Bolsonaro acaba de promulgar, el 16 de julio, un decreto que prohíbe las quemas durante 120 días. Estas solo ocurrirán en casos previstos, como las prácticas de prevención y lucha contra incendios; investigaciones autorizadas por agencias ambientales; control fitosanitario; y quemas controladas en áreas más allá de la Amazonía Legal y el Pantanal, cuando sea esencial para las prácticas agrícolas. Así pues, solo queda esperar para ver si la sopa de letras formará palabras y frases significativas o si todo continuará como antes. ¡Esperar para saber! 

¿Te resultó útil?


library_booksVersión PDF



event_available Lanzamientos

alarm_onNotificaciones

close bookmark_border Favoritos