El planeta Tierra tiene aproximadamente 4,54 billones de años. Durante este periodo de existencia, el clima terrestre ha pasado por diversas alteraciones naturales, como ciclos de calentamiento y enfriamiento, por ejemplo, las famosas eras del hielo. Sin embargo, después de la revolución industrial del siglo XVIII, las concentraciones de los gases que intensifican el efecto invernadero en la atmósfera terrestre han aumentado aceleradamente. El efecto invernadero es generado por una capa de gases de la atmósfera terrestre y es el responsable de mantener la temperatura de la Tierra en niveles adecuados para la existencia de la vida. Normalmente, parte de la radiación solar que llega a nuestro planeta es reflejada y retorna directamente al espacio, parte es absorbida por los océanos y por la superficie terrestre y otra parte es reflejada por esta capa de gases lo que causa el llamado invernadero. El problema no es el fenómeno natural, sino su agravamiento. Como muchas actividades humanas emiten gran cantidad de gases generadores del efecto invernadero, esta capa se ha vuelto cada vez más espesa, reteniendo más calor en la Tierra, aumentando la temperatura de la atmósfera terrestre y de los océanos, y ocasionando el calentamiento global. A partir de 1950 las concentraciones de gas carbónico han aumentado progresivamente, alcanzando las 411 partes por millón.
Entre las principales actividades humanas que causan el calentamiento global y consecuentemente los cambios climáticos, están la quema de combustibles fósiles (derivados del petróleo, carbón mineral y gas natural) para generación de energía, actividades industriales y transportes, modificación del uso del suelo, agricultura, ganadería; descarte de residuos sólidos (basura), represamiento de ríos y deforestación.
No es que la Tierra nunca haya experimentado las temperaturas extremas pero la velocidad a la que la temperatura ha aumentado, con relación a otros períodos, es un hecho preocupante cuando hablamos del clima. Todos los organismos están adaptados a vivir en una franja de temperatura en la cual logran realizar sus funciones vitales de la manera óptima, y no sabemos cuál será la capacidad de adaptación de los organismos a cambios tan rápidos.
A partir del calentamiento global, se esperan otras consecuencias, como temperaturas extremas, no solamente altas sino también muy bajas. Es por eso que hemos visto inviernos bastante rigurosos en el hemisferio Norte y fuertes veranos en el hemisferio Sur. Hay previsión de aumento en la frecuencia de ocurrencia de tempestades, huracanes, inundaciones, tsunamis, ondas de calor y sequías extremas. Ya vimos en marzo de 2019 una inundación causada por un ciclón devastador en Mozambique y las áreas próximas, que destruyó cerca del 90% de la ciudad de Beira y que según el presidente mozambiqueño habría dejado por lo menos 1000 personas muertas.
La comunidad científica ya observa que el aumento de la temperatura media del planeta ha elevado el nivel del mar debido al derretimiento de los casquetes polares, pudiendo ocasionar la desaparición de islas y ciudades costeras densamente pobladas. Adicionalmente, los océanos se han tornado más calientes y más ácidos, lo que ha causado el blanqueamiento de los arrecifes de coral, antes extremadamente vivos y coloridos. Vale la pena destacar que cuando mencionamos “comunidad científica”, nos referimos al 97% de investigadores que concuerdan en que hay evidencias incuestionables sobre los cambios climáticos causados por las acciones humanas.
Al final del 2015, ocurrió una reunión internacional en París, Francia, la Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas sobre los Cambios Climáticos - conocida como COP 21. En esta reunión, 197 países firmaron el Acuerdo de París, en el cual se comprometieron a cumplir metas y tomar actitudes sustentables para mantener la temperatura 1,5°C por encima de los niveles pre-industriales.
Desafortunadamente, es de común acuerdo, que un escenario tan optimista ya no es viable, ya que los cambios en los patrones de consumo y en las tasas de crecimiento de la población humana, necesarios para lograr una reducción en las temperaturas, no han ocurrido de manera controlada y predecible.
En América Latina, se estima que 5,8 billones de personas tengan que abandonar sus casas y sus territorios por razones asociadas al clima, antes del año 2050. Para el área existen aún más impactos negativos ligados a la disminución significativa en la producción agrícola, principalmente en cultivos como trigo, arroz, maíz y soja. La cantidad de agua potable también puede disminuir, y en conjunto con el aumento de la temperatura, eso puede tener efectos muy graves sobre los organismos. Estos pueden cambiar sus áreas de distribución, su comportamiento e incluso extinguirse. Esto implica mayor amenaza a la biodiversidad, además de las que ya que ya enfrentan.
La Revista Bioika, cree que este es un tema muy importante que debe transmitirse del conocimiento científico al del público general, porque se relaciona directamente con el bienestar humano. El camino que queremos para la sociedad es un camino de compromisos con el ambiente, de inversión en energías renovables, y de “descarbonización” de la economía. En nuestra tercera edición el eje central gira en torno al tema de “Cambio climático”. Nuestros contenidos fueron elaborados a partir de la visión de especialistas sobre aspectos fundamentales del cambio climático y las consecuencias del aumento de la temperatura para los organismos acuáticos y terrestres y para la humanidad.
Los invitamos a participar con nosotros sobre este tema. Cuéntenos sus dudas, sugerencias y opiniones. Sólo basados en informaciones de calidad, podremos reflexionar sobre nuestras actitudes y elecciones de consumo, crear conciencia y transformar la forma como pensamos en acciones concretas de cambio.