Alimentación saludable y sustentable para todos los pueblos: uno de los mayores desafíos de la humanidad

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Foto de Pangloss

“Todo está de la mejor manera posible en este mundo” decía el filósofo Pangloss antes de que el castillo donde enseñaba fuera asaltado, sus protectores asesinados, se contagiara de sífilis y perdiera hasta la punta de la nariz y los dientes. Probablemente hoy no vivimos en el mejor de los mundos posibles, pero, y a veces cuesta creerlo, los tiempos actuales son mejores que los tiempos de Pangloss. Eso no quiere decir que podamos andar más tranquilamente por ahí con una sífilis, pero que gracias a los avances de la ciencia muchas cosas cambiaron bastante. La mortalidad en niños menores de un año corresponde a una décima parte de la mortalidad em 17551.

Enfermedades mortales en el siglo dieciocho fueron erradicadas por el descubrimiento de las vacunas; los jóvenes ya no tienen la terrible certeza de que tendrán que luchar en una guerra y las hambrunas que devastaron el mundo hasta la mitad del siglo 20, son menos frecuentes. Grande parte de la humanidad tiene acceso a más y mejores alimentos, tanto que ahora vivimos más años y hasta somos más altos (en los Países Bajos los hombres son mucho más altos, la estatura promedio pasó de 1,65 m en 1810 a 1,82 m en 1980)2.

Víctimas por hambre en todos los continentes

La reducción de la mortalidad y el aumento de la expectativa de vida ha promovido un crecimiento poblacional sin precedentes. Pasamos de 2,5 billones de habitantes en 1950 para casi 8 billones en 2021 con el consecuente incremento de la demanda global de alimentos. Y vamos a necesitar cada vez más. Tenemos la misión de garantizar que todas las personas tengan condiciones de vida que satisfagan sus necesidades nutricionales, pues tener acceso a una alimentación adecuada y no pasar hambre, es un derecho universal3.

Escala de Experiencia en Inseguridad Alimentaria (FIES)

Para enfrentar este desafío, el fomento de la producción de alimentos ha sido una estrategia imprescindible, pero que carga consigo un escenario indeseable de devastación ambiental. A la degradación de los ecosistemas se suman la desigualdad social y las guerras que azotaron a muchos países, confabulándose para llevar a la desnutrición a más de 800 millones de personas4. Para ilustrar las profundas marcas de la desigualdad en el acceso a una alimentación saludable: nunca en la historia desechamos tanta comida y tuvimos tantos obesos en el mundo, mientras que el número de personas que pasan hambre viene aumentando desde 2014. Actualmente, un cuarto de la población global vive en una condición de inseguridad alimentaria moderada a crítica5.

La búsqueda de la seguridad alimentaria y la reducción de la desigualdad social no puede ocurrir a costa de la pérdida de biodiversidad y servicios ecosistémicos. Estos elementos constituyen el pilar que sustenta la producción de alimentos y que garantiza la seguridad alimentaria. Lo que implica que la pérdida de diversidad se refleje en la productividad y la estabilidad de los sistemas de producción de alimentos a lo largo del tempo. Por lo tanto, es importante que las estrategias que buscan garantizar el acceso a la alimentación para todos los pueblos estén alineadas y comprometidas con la conservación de los recursos naturales.

Esas estrategias deben estar articuladas con los Objetivos de Desarrollo Sustentable(ODS)(6), establecidos por la Asamblea General de la ONU y recomendados por la Agenda 2030 (Naciones Unidas, 2015). Las acciones deben considerar que en el 2050 la población mundial será de aproximadamente 9,8 billones, con mayor crecimiento en regiones con alta inseguridad alimentaria (por ej. África central y oriental). En este contexto, una de las metas de los ODS es duplicar la producción de alimentos(ODS 2: hambre cero y agricultura sustentable) y aumentar los salarios de los pequeños productores, particularmente de las mujeres, pueblos indígenas, pastores y pescadores (ODS 5 y 10). Pero claro, enfocados en la mitigación de los efectos del cambio climático (ODS 13) y la protección de la biodiversidad(ODS 14 y 15).

Polinización

Infortunadamente, los avances han sido casi nulos en los cinco años que han transcurrido desde el establecimiento de esos objetivos. Por el contrario, varios indicadores ambientales (p.ej. ODS 13 - acción contra el cambio global del clima) y sociales (p. ej. ODS 10: reducción de las desigualdades) continúan empeorando. ¿Qué estamos haciendo y qué vamos a hacer para que, hasta el 2030, la producción global de alimentos esté alineada con los objetivos de desarrollo sustentable? Si las tendencias recientes continúan, el número estimado de personas afectadas por el hambre en el mundo pasará los 840 millones hasta el 2030 (9,8% de la población)7. Este escenario, que ya es alarmante, puede ser todavía peor, pues no considera los impactos potenciales de la pandemia de la COVID-19. Hay mucho por hacer y tenemos poco tiempo.

La séptima edición de la Revista Bioika tiene como tema central la “Soberanía Alimentaria”. Quedan invitados a compartir sus reflexiones, proyectos y potenciales soluciones direccionadas a garantizar el derecho al acceso a una alimentación saludable de forma regular y sustentable para todos.


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