Insectos zombis: cuando la realidad supera la ficción

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Los verdaderos zombis existen y están en el reino de los insectos.

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Cada noche del 1 de noviembre se celebra en numerosos países, principalmente anglosajones, la noche de brujas o noche de Halloween

Halloween es una fiesta que se remonta a un antiguo festival pagano celebrado por los celtas hace 2.000 años llamado Samhain. El festival, que tenía lugar en el Reino Unido, Irlanda y el noroeste de Francia, se celebraba el 1 de noviembre para conmemorar el inicio del otoño y el fin de la cosecha. Durante esta festividad, que marcaba el momento en que los días se iban haciendo más cortos (finales del verano y principios del otoño), los celtas, al igual que muchas culturas prehispánicas, creían que en Samhain los espíritus de los muertos regresaban a visitar el mundo de los mortales.

La costumbre de disfrazarse para Halloween tiene raíces celtas, más precisamente anglosajonas. Las noches de invierno de hace cientos de años representaban una amenaza para las personas debido a la variedad de peligros que podían enfrentar, como robos y ataques de animales salvajes. Particularmente durante la noche de Samhain, se creía que los espíritus de los muertos cobraban vida y se convertían en momias, brujas o incluso zombis. Como no todos podían permitirse quedarse encerrados en casa toda la noche, los que salían creían que, disfrazándose, no serían reconocidos por los fantasmas. Para ello, usaban disfraces que les permitieran mezclarse sin ser detectados.

Con el tiempo esta celebración se hizo muy popular y en la actualidad se celebra principalmente en países como Estados Unidos, Canadá, Irlanda y Reino Unido. En Latinoamérica, países como Colombia, Perú, Chile y Argentina también han incorporado esta celebración, especialmente entre los más jóvenes.

Entre los disfraces habitualmente utilizados tenemos los de brujas, vampiros, momias y, ¿por qué no?, también zombis. El término «zombi» se refiere, en términos generales, a una entidad que puede resucitar o volver a la vida, cuyo comportamiento errático generalmente se asocia con la infección de otros individuos. Estos mágicos seres han sido retratados en la historia del cine en películas como Guerra Mundial Z, series como «The Last of Us» (El último de nosotros) o en juegos como Zombis vs. Plantas, y forman parte del imaginario colectivo. Pero ¿sabías que los zombis pueden ser reales? En esta nota te contamos un poco más.

En el reino Fungi, existe un grupo de hongos ascomicetos nucleados agrupados en tres familias: Cordycipitaceae, Ophiocordycipitaceae y Clavicipitacea, siendo las dos primeras quizás las más conocidas, ya que incluyen los géneros Cordyceps y Ophiocordyceps, que parasitan mayoritariamente insectos y otros artrópodos. Estos hongos tienen una distribución mundial, aunque la mayor parte de sus especies se encuentran en Asia, especialmente en China, Japón, Corea y Tailandia. También es común encontrar algunas especies en Estados Unidos y Brasil.

En términos generales, cuando un hongo parásito infecta un insecto a través de una espora con la que entra en contacto, el micelio (la porción vegetativa formada por cientos de células separadas entre los ascomicetos por tabiques, creando una compleja red de células) comienza a crecer y finalmente reemplaza los tejidos del hospedador (en este caso, el insecto). Durante este proceso, algunas especies de hongos son capaces de modificar el comportamiento de su hospedador, haciendo que se desplace hacia zonas que son más propicias para el desarrollo del hongo y, de este modo, completar su ciclo vital. Esto es, producir nuevas esporas y liberarlas al medio para reiniciar el ciclo.

Hormiga infectada por hongo

Entre las especies de hongos parásitos que tienen estas características, Ophiocordyceps unilateralis es uno de los más conocidos. Este hongo infecta hormigas caterpilar y otros artrópodos, y es frecuentemente llamado «hongo zombi». Cuando una espora de O. unilateralis entra en contacto con una hormiga, comienza el proceso de infección, en el cual la espora penetra en el exoesqueleto de la hormiga utilizando una batería de enzimas digestivas. Luego, el hongo comienza a crecer y dispersarse por los tejidos del organismo, de los que se alimenta.

Una vez que la infección alcanza un estado crítico, el comportamiento de la hormiga se modifica. En vez de seguir el comportamiento de los miembros de la colonia, relacionado con la búsqueda de comida y el cuidado de las nuevas crías o de la reina de la colonia, la hormiga infectada se dirige a una porción elevada, como el tallo de una planta, y usando sus mandíbulas, se adhiere fuertemente antes de morir. Entre 4 y 10 días después, la estructura reproductiva del hongo, con forma de bastón, sale de la hormiga y libera esporas. Si estas esporas encuentran nuevas hormigas, el hongo podrá reiniciar su ciclo vital.

Otra especie del mismo género, O. monacidis, manipula el comportamiento de las hormigas para que bajen de la copa de los árboles donde anidan y mueran mordiendo musgos en la base de grandes árboles del bosque amazónico. Curiosamente, las estructuras reproductivas del hongo se parecen a las del musgo que la hormiga muerde antes de morir. De este modo, el hongo puede mimetizarse imitando la forma del musgo.

El mecanismo biológico exacto que conduce al cambio en el comportamiento de las hormigas no se comprende del todo. Los investigadores han descubierto que estos hongos parecen actuar directamente sobre los músculos de la hormiga y no a través de su cerebro. En hormigas infectadas analizadas, se ha observado que el hongo crece por todo el cuerpo sin afectar al sistema nervioso central. Aunque sabemos que el micelio del hongo produce una variedad de compuestos químicos, el mecanismo por el cual manipula el comportamiento de la hormiga es aún desconocido.

Considerado como una única especie, O. unilateralis en realidad incluye muchas especies diferentes, tan estrechamente relacionadas que puede ser difícil distinguirlas unas de otras. Hasta la fecha, se han descripto al menos 35 especies que se parecen a O. unilateralis y que pueden controlar el comportamiento de hormigas y otros artrópodos como arañas, abejas o grillos. Sin embargo, es posiblemente haya muchas más. 

El género Ophiocordyceps no es el único capaz de controlar a otros organismos. El Dr. João Araújo, curador asistente de micología en el Jardín Botánico de Nueva York, y su equipo descubrieron recientemente dos géneros de hongos parásitos que eran desconocidos hasta ahora: Niveomyces coronatus y Torrubiellomyces zombieae. Sin embargo, debido a su novedad, aún no está claro el mecanismo de infección de estas dos nuevas especies de hongos zombi.

Otro ejemplo de organismos controlados por parásitos es el de las «cigarras zombis», que son parasitadas por otra especie de hongo: Massospora cicadina. Este hongo también consume a las cigarras desde el interior y utiliza diferentes mecanismos para dispersarse. En primer lugar, el hongo modifica el comportamiento normal de las cigarras macho, haciendo que atraigan a otros machos al imitar el movimiento de apareamiento de las hembras. De este modo, el hongo, que infecta la parte inferior del abdomen del insecto, puede dispersarse durante el acto de cópula entre machos y hembras, así como durante la “cópula” entre machos. Cuando su ciclo vital se completa, las esporas ocupan la porción posterior del abdomen de la cigarra que aún se mantiene viva. Para dispersarse, el hongo obliga a la cigarra a volar de forma desenfrenada, propagando así sus esporas de forma más efectiva.

Massospora cicadina infectando una cigarra

Si bien los mecanismos de reproducción de estos hongos pueden parecer drásticos, cualquiera de las especies de hongos patógenos mencionadas en este artículo cumple un papel fundamental en los ecosistemas que habitan. Por un lado, ayudan a que las poblaciones de estos insectos no se vuelvan demasiado numerosas y potencialmente dañinas para el ecosistema. Además, al descomponer el cuerpo del insecto, contribuyen al ciclado de la materia orgánica y de los nutrientes.

¿Pueden los hongos zombis infectar humanos?

En la serie «The last of Us» un hongo del género Cordiceps comienza a desarrollarse de forma desmedida debido al calentamiento global y evoluciona para infectar humanos, convirtiéndolos en zombis que buscan, principalmente, propagar la enfermedad. Sin embargo, hasta la fecha no se conocen hongos que puedan modificar el comportamiento humano, al menos de esa forma.

Al respecto, existen numerosas especies de hongos que producen efectos psicodélicos en humanos (como la psilocibina) y han sido utilizados por siglos con fines recreativos. Entre los hongos con efectos alucinógenos, quizás el caso más conocido sea el de las Brujas de Salem.

Claviceps purpurea

Entre 1692 y 1693, 20 personas fueron ahorcadas como veredicto en los juicios por brujería de Salem. Muchas son las hipótesis que intentan explicar lo sucedido en aquella colonia inglesa de Massachussets (Estados Unidos). Entre las explicaciones posibles, se baraja la posibilidad de un episodio de histeria colectiva o de una intoxicación por pan de centeno contaminado. Esta segunda explicación sostiene que lo sucedido en Salem fue una consecuencia del «ergotismo». Esta enfermedad, que fue frecuente durante la Edad Media, es causada por el cornezuelo del centeno (Claviceps purpurea), un hongo que crece en las espigas del centeno. Cuando el grano de centeno estaba infectado con este hongo, acababa mezclado con la harina, que luego se incorporaba al pan y se ingería, provocando la intoxicación. Alucinaciones, delirios, convulsiones eran los síntomas más frecuentes. Esto se debe a que este hongo contiene alcaloides, compuestos químicos orgánicos que, al ser consumidos, tienen efectos sobre el cerebro.

Actualmente, la hipótesis de la intoxicación por ergotismo está en debate y se considera poco probable. Para tranquilidad de todos, los hongos zombis, como los representados en el género Ophiocordyceps, tienen hospedadores específicos que han evolucionado por cientos de miles de años, y hasta la fecha no se conoce ninguna especie que pueda infectar y controlar a humanos.

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Más información en:

  1. Woolf A. (2000) Witchcraft or Mycotoxin? The Salem Witch Trials. Clinical Toxicology, 38: 457–460
  2. Mongkolsamrit, N. Kobmoo, K. Tasanathai, A. Khonsanit, W. Noisripoom, P. Srikitikulchai, R. Somnuk, J.J. Luangsa-ard (2012) Life cycle, host range and temporal variation of Ophiocordyceps unilateralis/Hirsutella formicarum on Formicine ants. Journal of Invertebrate Pathology, 111: 217-224
  3. Hughes et al. (2011) Behavioral mechanisms and morphological symptoms of zombie ants dying from fungal infection. BMC Ecology, 11: 13.
  4. Stajich JE, Lovett B, Ettinger CL, Carter- House DA, Kurbessoian T, Kasson MT. (2022). An improved 1.5- gigabase draft assembly of massospora cicadina (zoopagomycota), an obligate fungal parasite of 13- and 17- year cicadas. Microbiology Resource Announcements 11: e0036722


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