La crisis ambiental es un problema complejo y urgente que requiere una respuesta global y comprometida. Los efectos del cambio climático, la contaminación, la deforestación y la pérdida de biodiversidad, son cada vez más evidentes y amenazan el bienestar de nuestro planeta y nuestro futuro. Pero antes de todo, debemos entender: ¿cómo surge esta crisis ambiental?
Uno de los principales desafíos al abordar las crisis ambientales es comprender su origen. Estas crisis derivan de la relación entre los seres humanos y su entorno natural, y han existido desde que los humanos comenzaron a intervenir intensamente en la naturaleza, como ocurrió con el uso del fuego en la era Paleolítica. El agravamiento de estas crisis está relacionado con el crecimiento poblacional excesivo y el uso insostenible de los avances tecnológicos1,2.
Muchos estudiosos creen que la crisis ambiental se intensificó con la globalización. Pero, ¿realmente la expansión de los modelos económicos globales está relacionada con el problema ambiental?

La globalización, entendida como la intensificación de la interconexión económica, política, cultural y social a nivel mundial, ha tenido un impacto significativo en el medio ambiente. Si bien ha traído algunos beneficios ambientales, como la transferencia de tecnologías verdes y la cooperación internacional en temas ambientales, también ha provocado una serie de efectos negativos y crisis ecológicas3.
Además, la relación entre los modelos económicos y la crisis ambiental puede rastrearse en eventos específicos ocurridos hace muchos años4. Sin embargo, en las últimas décadas hemos sido testigos de la intensificación de fenómenos que evidencian la fragilidad de nuestro planeta y la necesidad urgente de soluciones para abordar las causas profundas de esta crisis. Estas causas son múltiples y complejas, pero derivan de patrones de consumo insostenibles, prácticas industriales irresponsables y un modelo de desarrollo basado en la explotación ilimitada de los recursos naturales5,6. Actividades como la deforestación descontrolada, la agricultura intensiva, la urbanización acelerada, la extracción de combustibles fósiles y la contaminación del aire, el agua y el suelo, están contribuyendo al deterioro del medio ambiente.
Además, el cambio climático inducido por el ser humano está agravando aún más otros problemas ambientales, provocando fenómenos climáticos extremos, como huracanes, sequías, inundaciones y olas de calor, que ponen en riesgo la vida y los medios de subsistencia de millones de personas en todo el mundo. La quema de combustibles fósiles, la deforestación y la actividad industrial son las principales fuentes de emisiones de gases de efecto invernadero, alterando el equilibrio climático del planeta y amenazando la estabilidad de los sistemas naturales y socioeconómicos.

Si analizamos la crisis ambiental desde la perspectiva de la globalización, podemos ver que las sociedades no han equilibrado adecuadamente la implementación de los modelos económicos, lo que impacta directamente las decisiones que afectan al medio ambiente. Pero, ¿por qué ocurre esto? La respuesta radica en la falta de políticas eficaces que promuevan un desarrollo económico más equilibrado y reduzcan la desigualdad social, así como en la ausencia de una aplicación efectiva de las políticas ambientales. La desigualdad social, que se refiere a la diferencia en el acceso a recursos, oportunidades y derechos entre distintos grupos, está estrechamente vinculada a la crisis ambiental.
La desigualdad dentro de las sociedades agrava la crisis ambiental al generar condiciones que favorecen la sobreexplotación de los recursos naturales, la contaminación y el agotamiento de los ecosistemas. Las comunidades más pobres y marginadas, a menudo se ven obligadas a recurrir a prácticas insostenibles de subsistencia, como la tala ilegal, la pesca excesiva y la agricultura intensiva, para sobrevivir. Además, la falta de acceso a recursos y oportunidades limita su capacidad para participar en la toma de decisiones y exigir políticas ambientales más justas y equitativas. En este sentido, tanto la desigualdad social como la crisis ambiental son manifestaciones de un sistema socioeconómico injusto e insostenible, que perpetúa la exclusión y la marginación de ciertos grupos mientras promueve el consumo excesivo y la explotación descontrolada de los recursos naturales7, 8.
Otro problema es la baja eficacia en la aplicación de las políticas ambientales. A pesar de que existen leyes y acuerdos, incluso a nivel internacional, para enfrentar los problemas ambientales, su implementación efectiva suele verse obstaculizada por diversos factores, desde la falta de voluntad política hasta la escasez de recursos y capacidades9. Aunque las políticas ambientales surgen de un proceso complejo que implica la negociación de intereses y la búsqueda de consensos entre distintos actores, muchas de ellas son debilitadas en su formulación para favorecer los intereses de grupos de presión poderosos, como las industrias y el sector empresarial. Para que las políticas ambientales sean eficaces, es esencial contar con recursos financieros, infraestructura, personal capacitado y mecanismos de supervisión. Sin embargo, la falta de inversión y la mala gestión suelen comprometer su aplicación. Además, la ausencia de coordinación entre gobiernos y sectores involucrados dificulta aún más su implementación10, 12.

La actual crisis ambiental nos recuerda que nuestro estilo de vida y nuestras actividades económicas tienen consecuencias directas en el medio ambiente13. Es imperativo cambiar de rumbo hacia un modelo de desarrollo más sostenible y equitativo. Enfrentar la crisis ambiental requiere reconocer la intersección entre la relación ser humano-naturaleza, la influencia de la globalización en los modelos económicos, la desigualdad social y la importancia de una aplicación efectiva de las políticas ambientales.
Para ello, son necesarias acciones coordinadas entre gobiernos, empresas y ciudadanos. Solo a través de un enfoque integrado y colaborativo podremos revertir la tendencia actual y garantizar un futuro saludable para las próximas generaciones y para nuestro preciado planeta Tierra.
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Más información en:
- R. B. J. C. Van Noort, “The Present Environmental Crisis,” Stud. Environ. Sci., vol. 45, pp. 3–14, 1991, doi: 10.1016/S0166-1116(08)70353-4.
- A. Mercado Maldonado and A. Ruiz González, “El concepto de las crisis ambien-tales en losteóricos de la sociedad del riesgo.,” Espac. Públicos, vol. 9, no. 18, pp. 194–213, 2006.
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- F. Estenssoro, “Historia De América Latina En La Política Ambiental Mundial. De Estocolmo 1972 A Río De Janeiro 2012,” Rev. Direito em Debate, vol. 29, no. 54, pp. 6–20, Nov. 2020, doi: 10.21527/2176-6622.2020.54.6-20.
- P. Á. Meira Cartea, “Crisis ambiental y globalización: Una lectura para educa-dores ambientales en un mundo insostenible,” Trayectorias, vol. 8, no. 20–21, pp. 110–123, 2006.
- I. Cardoso Hernández and F. Gouttefanjat, “Sustentabilidad, tecnología ambien-tal y regeneración ecosistémica: retos y perspectivas para la vida,” Univ. y Soc., vol. 14, no. 2, pp. 142–157, 2022.
- B. Mahnkopf, “Desigualdad social o giro a ‘economía verde’:¿ respuesta adecuada para la crisis epocal del capitalismo?,” Mundo Siglo XXI, vol. 10, no. 32, pp. 23–36, 2014.
- S. Nión Celio, “Actores sociales y ambiente,” Rev. Ciencias Soc., vol. 34, no. 48, pp. 7–12, 2021.
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- F. Estenssoro Saavedra, “Crisis Ambiental Y Cambio Climático En La Política Global: Un Tema Crecientemente Complejo Para América Latina,” Universum (Talca), vol. 25, no. 2, 2010, doi: 10.4067/S0718-23762010000200005.
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